Hola. Soy Marta de Celis. Soy fisioterapeuta y una semana más te cuento algo.
Qué me contestarías si yo te preguntara si te da vergüenza decir que te has hecho un esguince. O si tienes dolor por una contractura cervical, ¿evitarías ir al fisioterapeuta?
A priori, la gran mayoría de las personas que conozco no tendrían ningún pudor en reconocer o pedirme cita para tratar este tipo de patologías. Es más, en conversaciones del día a día salen sin la mayor importancia.
“Uf, me he levantado con el cuello bloqueado.”
“Me caí el otro día y se me puso el pie como una pelota.”
Este tipo de comentarios están a la orden del día entre familia, amigos, compañeros de trabajo o incluso en el supermercado.
Pero, y si te dijera que los problemas asociados al suelo pélvico son más frecuentes de lo que crees.
No comentamos tan ligeramente que se nos escapa la orina al salir a correr, o que nos duelen las relaciones sexuales con penetración, o que tenemos incontinencia fecal al estornudar.
Es más, quédate con este dato: la MITAD de las mujeres sufren en algún momento de su vida incontinencia urinaria y es el doble de frecuente que en hombres.
Te propongo que pienses en tu grupo de amigas, las mamás del cole o tus hermanas. De diez de ellas, cinco sufren o sufrirán pérdidas de orina. Y no hace falta cumplir los 70 años para que eso pase, ocurre a cualquier edad.
¿Pero alguna de ellas te lo ha dicho abiertamente?
A lo mejor te lo ha comentado casi de pasada en la intimidad y es que, queramos o no, aún nos da vergüenza asumir que esto nos pasa y que necesitamos ayuda.
Y ya no te digo si preguntamos en el sector masculino. Aun se asume peor.
El suelo pélvico es una parte fundamental dentro de la salud de una persona. Lo componen huesos, músculos, ligamentos; que sostienen a las vísceras de la pelvis; por lo que estás estructuras son susceptibles de dañarse como cualquier otra zona del cuerpo a lo largo de nuestra vida por diferentes causas.
Tenemos muy integrado recuperar una rodilla tras una cirugía, sin embargo, no tomamos como importante rehabilitar nuestra musculatura pélvica tras una cesárea o una episiotomía en un parto vaginal, o quizás, tras una cirugía prostática.
Y no te culpo de ello. Se resume en que falta información.
Muchos profesionales sanitarios no realizan o informan específicamente a los pacientes de estos tratamientos. Y eso, unido al pudor que nos hace sentir “esa zona”, nos da como resultado que nos vemos obligados a vivir con un problema, soportarlo y disminuir nuestra calidad de vida, y no olvidemos lo que es aún más importante, empeorar nuestro estado de salud.
Por eso te animo a que busques al profesional que te pueda ayudar. Al que está cualificado y al que no le va a “escandalizar” de nada de lo que le digas.
Al que no se va a sorprender de lo que le muestres, al que no te va a juzgar, aunque tú imagines lo contrario.
Como pacientes nos montamos películas en nuestra cabeza pensando que vamos a consultar algo que no le pasa a nadie, qué vergüenza si me ve sin ropa interior o qué va a pensar esa persona cuando le diga lo que me ocurre.
Él o ella saben cómo te sientes. Son conscientes de que no es fácil dar el paso a contarlo. Por eso te van a arropar en este proceso con su profesionalidad y cercanía.
Igual que consultas por una contractura, el fisioterapeuta especializado en Suelo Pélvico te va a entender, te va a escuchar y te va a ayudar a buscar una solución.
Te recuerdo que no estás sola (ni solo) en esto.
Que existen muchas opciones de tratamiento y que realizarás la que tu fisioterapeuta y tú elijáis para hacerte sentir lo más cómodo o cómoda posible y que tu calidad de vida, y sobre todo, tu salud mejoren.
Ten en cuenta que la tasa de recuperación es altísima cuando se une tu disciplina y los consejos apropiados.
Así que, tu recuperación está a tu alcance.
Puedes si sabes cómo.
Espero que te haya servido de ayuda y hasta el próximo post. Nos leemos.